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11/9/14

Las motos no pertenecen a la naturaleza... ni las cosechadoras

Una señora que creo recordar se llama Carmen escribe esta carta al periódico Faro de Vigo. Está en gallego y supongo que la mayoría la entendeis, no obstante la iré traduciendo mientras le contesto aquí, que me apetece. Y es que no se que se cree últimamente la gente cuando va "al campo" ¿Qué es solo suyo? ¿que los demás no tenemos derecho a disfrutar de él de otras formas y con otras aficiones?

Yo me críe en una aldea, una aldea muy pequeña de la provincia de Lugo. En ella recuerdo que entre muchas ventajas había algunos inconvenientes: los caminos estaban siempre llenos de barro salvo en verano, el barro se mezclaba con las bostas de las vacas y la cosa empeoraba bastante, mis vecinos echaban estiercol a los prados y tierras de labradío y según para donde corriese el aire daba olorcillo, la cosa del estiercol empeoró con una mejor estabulación de las vacas y al hacerles fosas septicas, después los mismos vecinos vaciaban la fosa septica con la cisterna del tractor, llevaban el "purín" a un prado o a una tierra de siempra y lo esparcian, aquí ya daba igual para donde soplase el aire, olía siempre, te pusieses donde te pusieses aquella porquería, y a veces olía por varios días. Para colmo había momentos en los que echar "purín" era obligado por razones de abonar la tierra para futuros cultivos así que ¡lo echaba todo Dios! ¿os imaginais el tufo?

Cisterna de purín repartiendo mierda a diestro y siniestro

En aquella bucólica aldea, además de todo lo anterior, cuando ibas por un camino te podías encontrar tranquilamente con un rebaño de vacas, y todas de frente y mirándote de reojo, tampoco era difícil en aquellos años que te encontrases a un vecino con su carro y dos vacas tirando de él, los carros "cantaban" deciamos por darle un sentido poético al ruidito, pero que va, los cabrones chirriaban, y había vecinos que para que el carro "cantase" más lo metían en el río "se queres que o carro cante metelle o eixe no río" (si quieres que el carro cante métele el eje en el río) dice una coplilla, esto venía a ser como tener una moto con el tubo de escape y ponerla con escape libre, el carro hacía un ruido del carajo y había temporadas que parecía que a todo el mundo le daba por ahí.

Carro de vacas gallego

La cosa no mejoró mucho cuando llegaron los tractores, bueno, mejorar mejoró para quienes labraban la tierra, que agradecían el trabajo más descansado, pero hacía ruido. Y no veais en las fechas de la malla de cereales como el centeno, aquellas "malladoras" metiendo tralla toda la tarde, y hoy en la casa de este, mañana en la siguiente, y así por quince o veinte días, y venga con el tratratrachunchunchuntratratra casi todo un mes. Después vinieron las cosechadoras, que hacían un ruído parecido pero lo hacían todo a la vez: cortaban la paja, extraían el grano y hacían alpacas, y un montón de días con el truntrucutruntruntruntrun. A todo esto las vacas seguían cagando los caminos que en invierno se llenaban de barro y los agricultores echando purín a diestro y siniestro, con tractores que también hacían ruido. 


Y recuerdo que por aquel entonces el poder adquisitivo de la gente comenzó a crecer un poquito, y resulta que ya muchos que teníán pequeñas motos anteriormente pasaron a comprarse coches, que hacían ruido, y no veas las movidas que se montaban cuando un coche se cruzaba con un hato de vacas, o con otro coche en caminos que no entraban los dos, y empezaron a venir por la leche que producian los ganaderos en camiones cisterna, y venga atascos, y hasta alguna bronca hubo ¡y fíjate tu que hablo de una aldea que no se si tendrá 300 habitantes hoy en día!

La Puch Minicross

Y como el poder adquisitivo aumentaba los jóvenes se compraban motos, para ir a las fiestas, para ir al trabajo, para lo que les diese la gana, y como tenían motos, de cross, claro, fueron muy populares la Puch Minicross, la Cobra y la Derbi Diablo, aunque también había otras marcas, digo que como tenían motos pues oye... ¡venga a hacer ruido! y encima les trucaban los escapes, era bonito decir aquello de "cuando llego a casa me escuchan en Quintela", total... la Guardia Civil no se metía en el asunto de los escapes libres.

Y así, entre todos aquellos ruidos y maquinaria vivíamos nuestra bucólica vida los aldeanos, sin quejarnos más de la cuenta y siendo lo más felices que podíamos. Si pisabas una bosta de vaca la limpiabas con unas hierbas, si venía un rebaño de ganado de frente saltabas el muro de la finca adyacente o te quedabas alli arrimado en el camino para verlo pasar, si echaban purín pues te jodías, otro día lo echarías tu y se joderían todos, y si la malladora hacía ruido ibas a ayudar, que nunca sobraban manos para las labores agrícolas de esa índole, además, después la casa que mallaba convidaba a un vino y a algo de comer y se hacía una medio fiesta muy agradable.

¿Será por ruido en el campo?

Por cierto, en aquellos años a mi aldea, o al resto de ellas por Galicia repartidas, no iba nadie de la ciudad ¡joder! ¿a que iban a ir? ¿a encontrarse un montón de vacas de frente? ¿a oler el purín? ¿a escuchar ruidos de tractores, cosechadoras y malladoras? que va, que va, en la ciudad es donde se estaba bien. Bueno, venía a veces gente si, pero era más porque se le daba de comer sano y esas cosas, y recuerdo que lo pasaban muy bien con nosotros ¡ay, mira que majo el niño! ¡sabe cortar leña con un hacha! o ¡caray! ¡tan niño y pescaste todas esas truchas! Más bien eran familiares de ciudad que soportaban por unas horas la vida sana y el aire puro (si no echaban purín claro) de la aldea.

Hoy en día las aldeas son un corre y ve de gente. La gente de las aldeas se hizo mayor, ya no hay vacas o hay muy pocas en grandes explotaciones y bien estabuladas, no se echa purín (está prohibido), y para colmo se asfaltaron los caminos pues eso, ahora las aldeas, vistas desde fuera, son un paraiso, así que tienes a un montón de gente de ciudad de toda la vida que se compra una parcelita o una casita y se montan allí su hogar dulce hogar, poco después comprueban que igual metieron un poco la pata, la paz bucólica que contemplaron desde fuera se convierte en un vecino que tiene un tractor, otro una motosierra y un tercero una desbrozadora, encima a su lado vive un montuno tarado que tiene ¡horror de los horrores! seis ovejas, veinte conejos, otras tantas gallinas y un cerdo, y toda esa bichería excretando a diestro y siniestro ¡Encima el gallo canta tempranito por la mañana! Y el montuno tarado tiene la asquerosa costumbre de sacar el estiercol (sólido, que no es purín) y apilarlo en una esquina de su propiedad, y va el estiercol y huele y ahí que tienes a ese vecino de ciudad que quería disfrutar del campo llamando a la Guardia Civil para que ponga orden en aquel caos, poco después se da cuenta de que además de que la Guardia Civil no puso orden le rompieron todos los cristales de la casa a pedradas, le robaron el portón metálico y encima los vecinos ¡qué raro! no le hablan ¿por qué habrá sido? En fin, a partir de ahí o se adaptan, y suelen hacerlo, o vuelven con lo que tengan a la ciudad de sus amores lejos de esos vecinos semisalvajes que pican leña con una motosierra cada dos por tres, o que les da por hacer una fiesta jolgorio homenajeando a Santa Filomena tres días poniendo música desde la mañana a la noche en el campanario de la iglesia.

Fiesta gallega. Si si, es real, es la Fiesta del desembarco vikingo de Catoira, en la provincia de La Coruña.

Y estos advenedizos no son los peores, que va, los peores son los que ahora aparecen una tarde con la pretensión de disfrutar una tarde de paz y sosiego en el campo y que de cuando en cuando se meten en aldeas y lugares similares para ello y descubren horrorizados que por algunos lugares de nuestros montes disfruta un chaval o varios con unas motos, chavales que muchas veces son de la zona, pero claro, parecen un tanto marcianos porque hoy en día tienen dinero para comprarse un buen equipo para moto off road, y que aunque sean de fuera da igual, si tienes una moto de cross y hay caminos y veredas ¿por qué no circular por ellos con las debidas precauciones? muchos lo hicimos durante tiempo y no pasaba nada.

Salvajes motoristas aterrorizando pajarillos y fauna salvaje.

Pero ahora se ve que pasa, ahora estos deportistas de cross o enduro, según cuenta la señora de la carta "aterrorizan a los caminantes silenciosos que escojemos los bosques y los montes para gozar de la paz natural y del canto de las aves". Esperemos que esta señora no se encuentre al vecino de la motosierra, a otro con un tractor, a un tercero con una desbrozadora y a una compañía maderera haciendo un desmonte, le dará un infarto al no percibir el canto de las aves.

Se ve que la titular de la carta mucho, lo que se dice mucho por el campo no va, porque cuenta que "Los caminos y veredas vecinales que jamás tuvieron uso para ningún tipo de vehículos están siendo invadidos por personas sin escrúpulos que derriban muros centenarios, hacen grandes rodaduras por las es difícil transitar a pie y cambian los canales de pequeños riegos de agua, perturban la paz de la fauna silvestre que viven en su hábitat natural, espantan a los pájaros en época de nidificación provocando abandonos de nidos y ponen en peligro a las personas que como yo sufrimos en más de una ocasión apretadas contra las vallas para no ser atropelladas, incluso, con enfrentamientos verbales por la conducta destructiva".

Endurero destruyendo el mundo

Uno se pone a pensar en todo esto que cuenta la señora y se pregunta porque creerá ella que hay caminos por los montes ¿se le ocurrirá pensar que todavía en Galicia se explotan nuestros montes de mil maneras y que por esos caminos si circulan vehículos? ¿en que cree que se recoje la madera? ¿en que las castañas? ¿con que se aran las tierras?

Cuando habla de personas sin escrúpulos en este caso se refiere a moteros que practican cross o enduro y que son, claro, los que "derriban muros" ¿qué hacen? ¿se lanzan contra ellos con sus motos o qué? ¿están locos los moteros gallegos? que además oye... los muros son centenarios, o sea, los presupongo de buena piedra ¡qué bestias los moteros de por aquí! Lo de las rodaduras y riegos de agua... bueno, ya lo hablamos una vez por algo parecido ¿para qué insistir?

Si molestas a los pajaritos ellos te molestarán a ti.

El asunto de perturbar la paz de los pajaritos, su nidificación ¡ni que las motos volasen! y el abandono de nidos, no se, me gustaría ver si esta persona vio en su vida un nido, y no me extrañaría que si lo vio alguna vez fuese a meter la mano en él haciendo de este modo que la madre de los pajarillos no volviese por allí pero en fin, a lo mejor sabe lo que hace, supongámoslo, lo que me gustaría suponer también es que se da cuenta de que en el monte (los domingos no, claro) hay mucha maquinaria muchos días al año como para que los pajaritos se asusten de una moto que pasa más o menos rápido, es más, no es nada difícil ir por el monte, encontrarte una cortadora de troncos de una maderera y un gorrioncillo posado en ella, para bien o para mal el progreso tiene estas cosas. Que las aves no críen porque escuchen de cuando en cuando una moto, vamos hombre, no se lo cree ni ella en sus sueños más campestres. Lo de ponerla en peligro lo dudo tanto... y es que uno anduvo lo suyo por el monte, y aún anda mucho a pie, y la verdad nunca puse a nadie en peligro ni nadie me puso a mi. Hace unos días en Lugo estaba precisamente en un camino de mi aldea, llegó un chaval en una moto con todo el equipamiento de cross a nuestra altura, pasó despacito, saludó y siguió su marcha, sin mayor problema. Evidentemente si yo fuese un urbanita bobo y me pusiese a dedicarle improperios es mas que fácil que hubiesemos tenido un enfrentamiento verbal, no se, pero me da cierta sensación de que la autora de esta carta hace mucho escándalo en el monte y asusta a los pajaritos e incluso a los conejitos y cervatillos.

Un conejillo de monte zampando su dosis diaria de metales pesados.

La doña habla de que hay bastantes carreteras por las que circular para hacer estas exhibiciones sin sentido con ruidos atronadores y gases contaminantes llenos de metales pesados que quedan depositados en las hierbas que los conejos y otros animales pequeños comen. Si claro, pero es que en las carreteras no se hace cross ni enduro, ese es el problema, para hacer estas dos especialidades deportivas o trial, hay que ir al monte, al campo, en donde casualmente no hacemos ninguna exhibición, vamos a disfrutar de una afición sin molestar a nadie, más que nada porque nuestro paso al lado de alguien dura un tiempo muy breve, lo que no parece querer entender esta señora es que el monte es de todos, también de los moteros, de los cazadores o de un señor que le apetece ir por él cantando a todo trapo y hay monte para todos, no es que estemos apiñados. Sobre metales pesados... lo dicho, espero que esta mujer no se tope nunca con una cuadrilla de madereros con todas sus máquinas.

En el siguiente párrafo se le ve que mucho al monte la verdad es que no va, solo sábados y domingos, que es cuando ella nota todo ese barullo que causamos los moteros aficionados al off road, el resto de la semana no está en esos "pequeños espacios naturales e íntimos de la población rural" si estuviese vería claramente todo lo que le estoy contando aquí: motosierras, caterpillars, tractores, coches, motos... de todo, hay de todo por esos montes de Dios señora mía, y más en las cercanías de Vigo que es a donde me temo que va ella a solazarse.


Finalmente cuenta, tras invitar a los practicantes de enduro, cross o trial a que vayan a esos lugares a solazarse o a trabajar como voluntarios para mejorar el entorno, cuenta que el SEPRONA sabe de esas malditas carreras ilegales y del malestar vecinal. Vaya, ahora que lo pienso ¿en qué anda el SEPRONA por el monte? Ah, es verdad... ¡en motos de monte!

Si que estoy de acuerdo con ella en una cosa, en que la gente esa que pone trampas a los moteros no está bien de la cabeza, un día habrá que lamentar una desgracia por culpa de gente que cree que todos los males de la humanidad se derivan de un par de motos que un domingo por la mañana se dan una vuelta por el rural.


Señora, el monte es muy grande y hay sitio para todos. Calmese y disfrute, no se agobie, que se le nota que no vive en una aldea y no tiene que soportar tres o cuatro días a un vecino cortando leña con una motosierra, la gente de las aldeas no se queja por estas cosas, quienes precisamente se quejan son los que van de cuando en cuando y no tienen ni repajolera idea de lo que sucede en el campo los días de labor.

2 comentarios:

  1. Me parece fantástica la respuesta, pero desgraciadamente, cae en generalizar y ridiculizar a la gente de ciudad. La gente de pueblo tampoco son unos santitos.

    Firmado, uno de ciudad, que se fué a vivir al campo, que no ha llamado a la Guardia Civil, porque el vecino tenga un tractor, una motosierra o animales y se tuvo que largar de su casa en año y medio, porque esos angelitos, ni quieren gente de fuera y mucho menos, si sus ideas políticas no concuerdan con las suyas.

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