Vas por la Nacional VI, dirección Coruña-Madrid, pasas Toral de los Vados, y poco después te encuentras una rotonda, en ella, si el día está diafano, con nubecitas de esas blancas, te da la sensación de encontrarte, de golpe, en un moderno y extraño far west. Extrañamente no te percatas de las escasas viviendas que están a tu derecha. Lo que llama tu atención son un letrero algo alejado que dice "club" en grande, sobre una edificación de un llamativo color naranja, y otro, más proximo, con su corazón rojo sobre el cartel que te llama, cual saloon de Kansas City, solo que este saloon se llama "El Corazón del Bierzo", todo ello en un polvoriento cruce de caminos berciano.
Tiene su guasa la cosa, que en un pueblo que se apellida "De la Abadía" en lugar de recibirte un santuario te reciban dos casas de lenocinio (de putas vaya, para los que estudiaron después de que existiese aquello que se llamaba EGB y era medio decente), el mundo moderno tiene estas curiosas paradojas. Cuando ya te sitúas y te das cuenta de que no estás en algún rincón perdido del estado de Nevada, cuando ya sabes que estás en España, en el municipio de Carracedelo, en León, te percatas también de que allí, en la rotonda, hay un cartel que pone bien clarito "Motos", y te mete entre las casas de Villamartín de la Abadía para terminar llevándote a un estrecho pasadizo bajo la carretera que tendrás que atravesar para llegar a un amplio recinto festivo-ferial, con campo de futbol adyacente y viejo molino de río en las proximidades donde ya nos esperan los Espartanos de El Bierzo.
Y no, tranquilos, que no están allí, en el pasadizo, como aquellos de las Termópilas, para no dejar pasar a nadie, más bien al contrario, a todos los que vamos llegando nos reciben con un abrazo en un no muy apacible Sábado 27 de Julio, que aunque verano está que amenaza lluvia constantemente. Esta vez y sin que sirva de precedente, gracias a los amigos de Iguanas Galiza y Halcones, con los que me junté en la gasolinera de Monforte de Lemos para hacer parte de la ruta juntos llego temprano.
Ensaladilla y churrasquito con los Espartanos
Y llegar temprano tiene sus ventajas, allí los Espartanos presentes organizan rápidamente una comida para los poquitos que somos, se pagará a escote como es lógico, al final no, no se paga, ni a escote ni a nada, invitan ellos. Se agradece el detalle lógicamente, eso si, os advierto éramos poquitos, si en la edición del año que viene os presentais quinientos a la una del mediodía es posible que si que os cobren, yo lo haría vaya, por la cosa de no palmar pasta, que una concentración aunque sea pequeña cuesta lo suyo, no vayais a pensar.
El desayuno del domingo ya está previsto
Poco a poco la tarde va avanzando en el recinto de la concentración, un lugar tranquilo, alejado de las casas, donde no molestamos a nadie, eso si, bien surtidos en todo, buen bar, baños más que decentes, un campo de futbol donde nos permiten montar las tiendas de campaña a los que allí pernoctemos, así que sin problemas, a disfrutar, lo único malo es que a veces hace acto de presencia la lluvia, ora viene, ora se va, pero no es grave, se soporta, incluso a pesar de ella sigue llegando gente, alguna próxima otros de lugares lejanos, estos Espartanos lejos de hacer la guerra son buena gente y tienen amigos que vienen a visitarlos desde rincones bastante alejados de este país.
Los bikers siguen llegando a pesar de la lluvia al IV Aniversario de Espartanos
La gente va dejando caer cervecitas entre pecho y espalda mientras se entretienen con sesudas y trascendentales conversaciones sobre motos, otros, más lúdicos quizás, aprovechan que los Espartanos pusieron en las proximidades del bar una ranita, si si, la ranita de toda la vida, ese juego que no es electrónico, que no tienes que meter moneditas para que funcione y que consiste en introducir unas chapas de hierro por la boca de la rana o los distintos agujeros que hay en el ingenio, un juego de los de toda la vida vaya y que puesto en el lugar adecuado parece que nunca pierde su popularidad, hasta expectación crean algunos tiradores.
Emocionante partida de... ¡Rana! Juegan los Down Crew de Ferrol
Uno de los placeres que surgirán, seguro, cuando estás en una concentración berciana como esta de Espartanos es que, sin dudarlo, verás alguna o unas cuantas motos clásicas. No se por qué, pero en esta tierra hay un buen número de aficionados a las clásicas españolas, las cuidan, las mantienen, comercian con ellas, en fin, nunca es nada raro gozar de la visión de una Tralla, una MV Augusta, viejas y bien cuidadas impalas o la BMW con sidecar de un conocido abuelo berciano que ahí sigue, al pie del cañón, rodando en ella, y como dijo Lope de Vega de los viejos soldados "a los más viejos verás de humildad llenos" ahí anda, este gran y veterano motero sorprendiendo a propios y extraños cuando pasa con su BMW. Hazle fotos, hazle fotos, te dicen, y la verdad, no puedes evitarlo, motero de raza, único en su especie, ojalá todos podamos llegar a su edad y seguir disfrutando de las motos como él lo hace.
Y ahí está este abuelo motociclista, compartiendo con nosotros, con los jóvenes, más que sus anécdotas las nuestras, lo ves conversando y deja hablar más que habla, ante lo que le cuentan sonríe y el observador no deja de ver en sus ojos un "eso a lo viví yo amigo, incluso peor o más divertido, pero no te digo nada para que creas que eres único".
A veces llueve, poco y durante poco rato, menos mal que durante esos ratos hay donde guarecerse. Pero la tarde sigue y la música en vivo va surgiendo como quien no quiere la cosa, no en vano los técnicos de sonido, y personal que sabe de estas cosas lleva ya un rato preparando el cableado y los instrumentos para hacer que lo pasemos bien.
Al resguardo de la lluvia
Comienzan los sones de La Banda del Tararí, si si, se llaman así esta banda de Ponferrada que nos ofrecen un rock tranquilo, calmado, como para ir abriendo apetito mientras llega la hora de cenar.
La cena ya la están preparando los Espartanos y el olor a paella y de la carne a la brasa va llenando el recinto de la concentración, haciendo que cada vez nos vaya entrando más hambre.
Si no recuerdo mal nos hinchamos a comer por cinco euritos, la concentración gratuita, lo que bebas o comas es lo que pagas, por lo demás puedes disfrutar de lo que hay, compañía de buena gente, amigos, buena música, un cielo que de momento se comporta y no deja que caiga agua.
De pronto observamos sobre la tarima que hace de escenario a unos casi niños y en algún caso sin el casi (me acaba de salir un bonito trabalenguas), el mayor a lo mejor tiene veinte años, el batería, que parece el más jovencillo debe de rondar los quince, igual menos. Se escucha alguna voz escéptica ¿estos chavalines van a tocar ahora? ¿qué nos han traído aquí los espartanos? ¿como van a hacer buen rock estos niños? La cara de duro del bajista como que no cuela. Algún espartano, seguro de si mismo, al ser interrogado por la chavalería que pulula por el escenario solo dice tras una sonrisa misteriosa un lacónico "ya vereis, ya". De momento me voy enterando de que se hacen llamar Sinopsis y que vienen de la localidad de Magaz de Abajo, en la zona de Ponferrada y por lo que dicen no es la primera vez que tocan por la zona.
Y los Sinopsis comienzan a hacer sonar los primeros acordes de sus instrumentos, y todos, absolutamente todos, vamos poquito a poco prestando cada vez más atención a esos niños que están sobre el escenario y que lo están haciendo jodidamente bien y ¡solo están calentando motores!
Se van soltando con algo de punk rock muy vasco, estilo La Polla Records, sin dejar de versionear a otros grupos de todo el país, incluso interpretan alguna que otra canción, que no está nada mal, de producción propia, y la gente cada vez más cerca del escenario, jaleandolos porque lo hacen endiabladamente bien.
Y si el bajo, el guitarra y el cantante (también guitarra) nos tienen flipando con sus interpretaciones sobre todos ellos hay alguien en quien más o menos todos nos fijamos. El muchachito ese con cara de inofensivo, de no haber roto jamás un plato, con su chandal del Barça y cara de despistado y que parecía andar por allí de casualidad es endiabladamente bueno en una batería que parece, por momentos, quedársele demasiado pequeña.
Y parece que lo está haciendo así, como por pasar el rato, como si no estuviese allí, no pierde nunca su aire de despistado, hasta él mismo, por veces, parece sorprenderse de que la batería responda perfectamente al ritmo y golpes que él marca ¡joder! Seguro que a este chaval se le dan de puta madre las matemáticas en el colegio. Se terminó el Sexo, Drogas & Rock'n Roll, hay que acuñar una nueva frase para el joven Remi. Y sus compañeros le siguen o el los sigue a ellos, la sincronía es perfecta, y la gente está cada vez más animada.
Y estos chavales se enrollan de puta madre, y no paran de tocar para el respetable, cada vez mejor, son como la medalla del amor pero en música: esta canción la toco bien pero la próxima mejor, no fallan, su concierto es un crescendo constante, pero en algún momento tendrán que parar. Y al que suscribe, aprovechando que en la concentración están dos buenos músicos les sugiere que si los chavales se enrollan podrían hacer ellos algo al final. No diré el nombre de los músicos, estos chavales no merecen que nadie les haga sombra en un día que lo dieron todo y a buen seguro que de quienes hablo sacaron alguna buena lección de Sipnosis y no les molesta quedar, por esta vez, en segundo plano.
Pero ¡ay amigo! no dejan de ser eso, chavales que dependen para muchas cosas de sus padres (y además buenos chavales, sanos y muy respetuosos por lo que se pudo constatar, como debe de ser), por ejemplo para llevar los instrumentos, así que de liarse a tocar otros músicos, no va a poder ser, es tarde. Si se enrollan un buen rato haciendo extras, incluso se animal y permiten que Churri de Iguanas Galiza interprete Dolores se llamaba Lola, de Los Suaves, evidentemente el cantante profesional, lo que se dice profesional, no es, pero los Sipnosis, con sus instrumentos, logran que lo disimule bastante.
Y llega el fin del concierto de estos muchachos, que realmente fueron aclamados por quienes allí estábamos, y creo que pocos debieron de faltar sin felicitar a unos músicos que aunque muy jóvenes nos dieron todo un conciertazo, ojalá triunfen en el mundo de la música si es lo que ellos desean, tendremos buenos músicos o un buen grupo repartiendo música de la buena para todos.
Pero la noche sigue, la gente se queda por allí trasegando alguna que otra copa, hay música en una buena megafonía, buen rock, cerveza la que se quiera, y licores varios. Muchos nos quedamos allí hasta el día siguiente, otros que son quizás de cerca, se van marchando a sus hogares, poco a poco, pero siempre quedamos por allí, los últimos de Filipinas, dispuestos a cerrar el bar, a derrotar de puro cansancio a esos duros y aguerridos Espartanos de El Bierzo que desde buena mañana llevan trabajando para que los demás lo pasemos bien sin perder la sonrisa.
La noche se alargó hasta lo indecible, tanto que al revelar las fotografías de mi cámara me encuentro situaciones que no logro concretar, podrían incluso definirse de peligrosas (sobre todo para el que suscribe). Gentes que hacen bailes extraños sin recordar porque los hacían, va uno viejo para tanto alcohol y tanto rock and roll.
Cuando me despierto, tarde, al fondo del campo de futbol ya no hay ninguna tienda montada, bueno, una si, pero es de los Espartanos, que están allí, junto al bar, comiendo con algunos de los Red Celtas Northside. Cuando me acerco me ofrecen comida pero la verdad, en ese momento solo me apetece agua, agua y más agua. Tengo una afonía brutal, casi siempre la tengo después de una fiesta, pero esta es más dura que otras veces, lo noto.
Cuando me recupero y tras desmontar la tienda de campaña me despido, hasta la siguiente, de los Espartanos. Tengo la idea de quedarme un par de días por El Bierzo, es una región hermosa, llena de rutas moteras muy guapas que bien merecen ir figurando poco a poco en esta página, el cuerpo no va muy católico, creo que tengo hasta algo de fiebre, pero bueno, ya se pasará más tarde, si quiere, pienso quedarme en el Bierzo, no digo nada, arranco mi moto y comienzo a rodar, pero eso... será otra historia.
En esta solo me queda agradecer a los Espartanos lo bien que me lo hicieron pasar, a la gente del Bierzo agradecer otra vez su siempre cálida acogida, y como siempre, a todos, gracias por vuestra paciencia conmigo y con mi cámara fotográfica, espero que haya valido la pena, y ya sabeis, para ver más fotos PICAD AQUÍ.
El bajista de Sinopsis
El bajista era más simpatico de lo que parecía
Voz y guitarra de Sipnosis
Guitarra de Sipnosis, todo estilo el muchacho
Se llama Remi Gambini. No me extrañaría nada escuchar hablar de él en el futuro, es realmente bueno.
Y estos chavales se enrollan de puta madre, y no paran de tocar para el respetable, cada vez mejor, son como la medalla del amor pero en música: esta canción la toco bien pero la próxima mejor, no fallan, su concierto es un crescendo constante, pero en algún momento tendrán que parar. Y al que suscribe, aprovechando que en la concentración están dos buenos músicos les sugiere que si los chavales se enrollan podrían hacer ellos algo al final. No diré el nombre de los músicos, estos chavales no merecen que nadie les haga sombra en un día que lo dieron todo y a buen seguro que de quienes hablo sacaron alguna buena lección de Sipnosis y no les molesta quedar, por esta vez, en segundo plano.
Dolores se llamaba lola, by Churri.
Y llega el fin del concierto de estos muchachos, que realmente fueron aclamados por quienes allí estábamos, y creo que pocos debieron de faltar sin felicitar a unos músicos que aunque muy jóvenes nos dieron todo un conciertazo, ojalá triunfen en el mundo de la música si es lo que ellos desean, tendremos buenos músicos o un buen grupo repartiendo música de la buena para todos.
Juró y perjuró que siempre salía mal en las fotos. Me da que no.
Ahí sigue Pirata, por El Bierzo, ahora fabricando accesorios moteros como ese cuerno para beber litros y litros de birra o haciendo magníficas aerografías.
Motorín no se pierde una ¿sería El Bierzo lo mismo sin un motociclista como él? me da que no.
En esta solo me queda agradecer a los Espartanos lo bien que me lo hicieron pasar, a la gente del Bierzo agradecer otra vez su siempre cálida acogida, y como siempre, a todos, gracias por vuestra paciencia conmigo y con mi cámara fotográfica, espero que haya valido la pena, y ya sabeis, para ver más fotos PICAD AQUÍ.
Por cierto, no vayais a pensar mal, que si al llegar al pueblo de Villamartín de la Abadía te dan la bienvenida dos burdeles, la concentración de Espartanos la preside constantemente el viejo campanario de la pequeña iglesia del pueblo, así que lo comido por lo servido, que nadie vaya a pensar que todo es vicio ¡ni mucho menos! hay santidad también.
¿Qué si hay algún defecto en la concentración de Espartanos de El Bierzo? Si, si que hay uno: En el paso de las Termópilas, allá por Grecia, donde aquellos trescientos se dejaron el cuello por defender el mundo libre que hoy gozamos hay una frase que dice: "Caminante, ve a decir a Esparta que hemos muerto aquí por obedecer sus leyes".
El casco espartano puee no quedar nada mal para cubrir en un plis plas cierto grafiti.
Cuando entras al recinto de la concentración de Espartanos está todo perfecto, pero... si te fijas en las paredes del túnel bajo la carretera que da acceso al lugar hay varios grafitis (ya saebeis, los sprays de pintura suelen tener un potente iman para los idiotas), uno grande, con flecha y todo dice "Purgaciones". Que digo yo, que a lo mejor se le puede pintar algo encima, así como en un descuido, algo más digno para aquellos que en esta fecha nos franquean el paso para pasarlo bien, disfrutando de plena libertad en ese pequeño y agradable rincón de El Bierzo.

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