Ni bares decentes de carretera, asépticos si, muy asépticos, pero no decentes, que suelen cobrar un euro con treinta por un café, y por comer un huevo y la yema del otro y por comer mal, que si aún comieses de puta madre merecía la pena, pero no, no es así.
Se que las autovías son más seguras para los que por ellas viajamos, hay menos accidentes, son también, claro, más rápidas, no mucho en realidad porque mientras hacían autovías se encargaban también de "deshacer" las viejas carreteras nacionales a base de señales de cincuenta y de rotondas, con lo cual si antes, por la nacional de siempre, ibas de Vigo a Orense, por poner un caso en una hora y poquito hoy tardas dos, curiosamente por la autovía, con la velocidad limitada a 120 (cosa que me da igual, no suelo ir a más) tardas poco menos, visto así, y creo que soy realista, hemos ganado en un menor número de accidentes, así que bienvenidas sean, pero una cosa no quita la otra, las autovías son tristes y aburridísimas.
Por no haber no hay ni miradores, como mucho areas de descanso, que también son asepticas, un poquito de cesped, algún sitio donde sentarse y a veces un baño con un candado, o sea, que no se puede usar y meas de campo. Desde esa area de descanso no ves nada, la rodean de arboles y si al otro lado hay algún paisaje que podría ser agradable a la vista pues... no lo ves. Mientras circulas por la autovía tampoco ves apenas nada, montes aquí en Galicia y por el norte en general, si te vas a Castilla casi ni eso ¿para que diablos vas a parar en un area de descanso? para parar en ese agujero yermo mejor te esperas a la siguiente gasolinera, por lo menos ves gente, coches que paran y arrancan, repostan, algún camion, no se, al menos hay algo de ambiente y puedes fisgar en los cachivaches de la tienda, o tomarte esa basura de café por 1'30 euros mientras contemplas el culo de alguna camarera y piensas lo bien que se lo pasará su novio o su marido con ella, y ella con él a lo mejor también. No hay más.
Hasta los viajes son descafeinados, muy descafeinados. Antes salías de casa con tu moto, te lanzabas a la carretera y a saber lo que podía pasar, te podías quedar tirado ¡y a ver quien diablos te sacaba del apuro a las tantas de la madrugada! o de la tarde, que daba igual, no había móviles, así que a esperar a ver si alguien te echaba una mano y llamaba desde el próximo pueblo a quien pudiese asistirte o, si aparecían los guardias civiles de tráfico ¡benditos sean por una vez! y te llamaban a la asistencia en carretera por la radio. Había hasta más solidaridad en las carreteras, si veías a alguien parado parabas tu también por si necesitaba ayuda.
Salida de la autovía en Orense
Hoy no para nadie, automáticamente pensamos: tiene móvil, que llame a su seguro. Y es así, el seguro te envía la grúa y todo lo necesario. No es que eche de menos aquellos tiempos, es mejor hoy, pero un poco si, la incertidumbre era parte de la aventura del viaje y un viaje siempre debería de ser eso: aventura, al menos para los que viajamos por disfrutar del camino y no solo del lugar de destino.
Y los bares ¡ay aquellos bares de carretera! que hoy, ninguneados por las autovías casi ni existen, y si existen apenas sabemos donde están, aquellos bares donde por cuatro perras te zampabas un menú cojonudo (sobre todo si en él paraban camioneros) con café y copa incluidos, hasta una faria te regalaban en alguno que otro, no es que te la regalasen a todo el mundo por comer, no, no era así, tu la pedías para pagarla y aquella familia, porque solían ser familias las que atendían aquellos bares, tenía la deferencia de regalártela.
Aquellos bares eran un mundo, allí te podías encontrar desde los últimos éxitos de Camela, los Calis, y Junco juntos, a veces, entre todas aquellas cintas de lolailos aparecía una recopilación de Elvis Presley, que parecía que el pobre se había teletransportado directamente desde los EE.UU a una casa discográfica española y se les había colado sin querer. A veces el tal Elvis Presley resultaba ser un señor de Santander que desguazaba una a una todas las canciones de San Elvis Presley que está en los cielos, sin miramiento y con crueldad, pero bueno, de eso te enterabas al llegar a casa y poner la cinta en un caset, dentro de lo explicaban "versiones de los grandes éxitos de Elvis Presley interpretadas por Jacinto Osona" y ya está, bueno... para lo que te había costado tampoco era cosa de liar la pajarraca, haberte comprado la de Camela, que siempre eran ellos.
¡Y la colección de navajas! navajas de todo tipo, a veces tan grandes que dudo que fuesen legales, sin embargo allí veías, a los picoletos tomando café y no decían nada, seguro que si te cacheaban y te pillaban alguna de aquellas albaceteñas de ocho estallos te la quitaban y te denunciaban, pero allí estaban, sin que ellos dijesen nada. Muy cerca, como no, de aquellos conejos disecados vestidos de cazadores y tu, mientras saboreabas el bocata de tortilla que te chorreaba por los dedos, preguntándote quien diablos compraría los casetes de Camela, los de Junco, los de los Calis y el conejo cazador, y de repente, ahí que entraba un camionero, y más chulo que un ocho se llevaba los tres cds, el de Elvis lo dejaba allí, perdido en el limbo de las carreteras españolas. A medio bocata aparecía un francés que se llevaba el conejo cazador, con pleno consentimiento y sonrisa aprobadora de su señora ¡y además pedía que lo envolviesen para regalo! (con amigos así no hacen falta enemigos) y ya puestos, como te habían cobrado poco por el bocata y la garimba pues te comprabas una navaja de esas enormes para llevar en la alforja de la moto, por si acaso había que cortar... pan, chorizo, o cualquier cosa a la sombra de un olivo. Eran casi como un parque de atracciones aquellos bares de carretera ¡anda que no flipaban los niños con todas las chorraditas que podía haber en ellos a la venta! Venta, eso, algunos hasta se llamaban "Venta de" lo que le daba un sabor muy de Quijote, de estar en un lugar distinto a todos los bares del mundo, en un mundo propio, tradicional y con solera de siglos. Joder ¡qué pena! cuando les cuentas estas cosas a la gente joven piensan que estás de guasa con ellos. No, no es broma, todo esto existía, y aún existe en algunos rincones semiocultos.
Los fantásticos conejos y liebres cazadores
Y luego esa tristeza de ahora en las autovías en las areas de descanso, que son más de desasosiego que otra cosa, te paras en una, enciendes un cigarro y la cabeza ya empieza por su cuenta a pensar ¿qué mierdas hago aquí? ¿a que viene alguien y me dispara? y es que parecen hechas para eso coño, si es que hasta están medio ocultas de las miradas de todo el mundo, incluso del resto de conductores que pasan por la autovía, no me extraña que hubiese hace un tiempo bandas de peruanos (que a saber si eran todos de Perú) asaltando a gente en ellas ¡es que las hicieron aposta para eso! Y si están a la vista del resto de viajeros ¡peor aún! que pareces un pringao allí plantado con tu moto y tu cigarrillo en la mano, seguro que cada uno que te ve piensa: mira ese mamón, no aguanta una mierda viajando en moto, se paró porque le duele el culo. Y te imaginas a la señora torturando al pobre marido: ves Manolo, para eso quieres tu una moto, para andar tirado por las carreteras, seguro que se averió, o se está drogando, mira que pinta tenía, eso es lo que tu quieres Manolo, hacerte un drogadicto, conmigo no vas a comprar una moto Manolo.
Y Manolo hasta el culo de escucharla, a ella y a los niños que lleva detrás dando por saco desde que salieron, y sin un mal mirador de esos con vistas espectaculares sobre un paisaje donde los niños puedan echar unas carreras y desfogarse, la María callarse un rato mientras los atiende y él estirar las piernas y desentumecerse, un mirador donde los que pasan por la carretera y te vean piensen lo normal: mira que bien hizo ese en pararse a mirar, ahí hay un paisaje cojonudo.
Manolo, el pobre y sufrido Manolo, y tu y yo que vamos en nuestras motos, y el camionero no tenemos ya mirador, solo tenemos la aséptica area de servicio donde nos venderán una porquería cualquiera a precio de oro, bueno, el camionero aún se libra, gracias a la pitufa, cuando no conoce la zona, seguro que algún compañero le informa de algún buen bar donde descansar y comer decentemente, lo malo es que hasta a él lo jodieron, por muchos pueblos no puede pasar con el trailer así que nada... Al area de servicio, con todos los demás.
¿De verdad eran tan necesarias las autovías? me da que nos hemos gastado una millonada en aburrirnos como ostras por las carreteras, para evitar accidentes bastaba ir con más cuidado.
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