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15/7/12

Moto grande no hace motero

No me suelen gustar esas discusiones de "quien es más motero" o de como es el motero "auténtico". Más que nada porque cada quien siente la moto a su manera, y para mi tan motero es el adolescente que se larga con su Jog lo más lejos que su economía se lo permite, como el que se buscó la vida para ganársela rodando en su moto, y pasando por el fulano que se da un pequeño paseo en la tarde del domingo. Es cosa y sentir de cada quien, y sobre eso nadie debería de pontificar.


Lo que si se es que a veces veo gente que dejan quedar bastante mal a muchos que presumen de ser más moteros que nadie.

Esta tarde pasada, cuando me disponía a entrar en mi casa, casi en el portal veo que por la calle sube una pequeña moto, con maletas a ambos lados como de aluminio, se paran a mi altura, la moto es una Yamaha SR Special de 250cc, negra, con más años que Matusalen y no demasiado cuidada. Detrás lleva tres maletones bastante amplios de aluminio, similares a los que venden y muy caros para las BMW 1200  RT, la diferencia es que estos maletones son "hecho en casa". Sobre la maleta superior (que algunos snobs llaman turpack) se ven atados con pulpos una tienda de campaña y dos sacos de dormir. Extrañamente el hombre y la mujer que montan la pequeña moto llevan unos Schuberth modulares de última generación, ambos son bastante mayores, les calculo unos setenta años, el viste buena ropa de cordura y la abuelilla, que ahí va, toda sexy y feliz ella con unas botas altas, por la rodilla, un short no muy corto, le queda bien y una chaqueta también de cordura.

Yamaha SR 250 Special

Paran a mi lado, el señor intenta preguntarme algo en francés, pero mi francés es tan nulo que solo entiendo algo sobre las Islas Cies, como no estoy seguro, le pregunto si habla inglés, y si, lo chapurrea más o menos como yo, así me entero que quieren tomar el "ferry" a las Islas Cies para acampar allí y visitarlas, recorrerlas con su pequeña moto vaya. Les explico que no pueden ir con la moto a las islas, solo en barco pero a pie. Parecen bastante despistados, me da que piensan que las Cies son algo así como las Islas Canarias o las Baleares. Les explico que aquello es un parque natural y todo eso, más o menos les explico también como son y lo que hay en ellas, que a pesar de que son maravillosas son pequeñas y hay poca cosa salvo las bellezas naturales. Así que me cuentan que irán como yo digo en estos días que estarán por aquí, así que me preguntan como pueden llegar a ellas y si hay algún otro camping en la ciudad. Les cuento que si, que hay el de Samil, en la playa y que para viajar a las Cies necesitarán ir a la estación marítima. Me preguntan por ambos sitios con un mapa de la ciudad que se bajó de Google Maps (como yo el abuelo, ni GPS ni gaitas, hablando se entiende la gente y preguntando se llega a Roma) y en el que se ve todo muy pequeño, y es que en el mapa, ya puestos, también incluyó Redondela y Baiona.

Van muy perdidos, así que como no tengo gran cosa que hacer les digo que esperen un momento, que sacaré mi moto y los acompañaré a la estación marítima y después al camping, cuando salgo con la Arpía del garaje veo que la pequeña SR Special tiene matrícula de Suiza ¡joder para los abuelos! ¡capaces fueron de llegar desde Suiza a Vigo en la pequeña y veterana Yamaha!

En la estación marítima se entienden de maravilla con una chica que habla francés y les explica que días, a que horas y como tienen que hacer la reserva para visitar las Cies, la toman ya para el día siguiente a primera hora, así que de allí los llevo al Camping de Samil, van más felices que unas pascuas, los veo por el retrovisor, la abuelilla hasta pasa toda cariñosa los brazos por el cuello de él cuando vamos rodando por Beiramar, toda enamorada ella.

En Samil se inscriben en el camping, aparcan y cuando ya me voy a ir el abuelo me dice que de eso nada, que me invita a una cerveza o a lo que quiera, me niego, insiste, dejo de hacer el tonto y acepto la birra en compañía de ambos.


A mi pregunta de si vienen desde Suiza en la Special me cuentan que si, que le encantan las motos y que hace ya muchos años "cuando eran jóvenes" se compraron la pequeña Yamaha para dar paseos en verano, en invierno en Ginebra, que es donde viven, no suele estar la cosa mucho para rodar en moto. Me cuentan también que se jubilaron ambos hace cosa de tres años, así que como tienen dos pagas, con sus extras (nada del otro mundo, regentaron una tintorería con mucho sacrificio que traspasaron a un hijo al jubilarse), ahorran durante el invierno para darse un buen garbeo de un mes más o menos en verano, así que así, como quien no quiere la cosa, la SR negra que está allí aparcada ¡y tiene una pegatina de naranjito en el deposito! (se la regaló un español en el año 82 y se la puso) se ha recorrido un año toda Italia, al siguiente se plantaron en Moscú con ella, de allí a San Petersburgo, volvieron por Polonia y Alemania, y este año les tocó España y... Portugal, que llegar llegaron a Vigo, pero van a seguir por Portugal, Andalucía y regresarán a su casa allá en Suiza, pasando por Barcelona. Les muestro mi admiración y como mi moto está allí y tiene las pegatinas me preguntan por el viaje a Cabo Norte ¡también quieren ir! Los animo. El me cuenta que se encuentran muy jóvenes y fuertes (67 años ella 70 él) ante mi advertencia de que puede ser un viaje duro, cuando afirma eso la abuela, toda cariñosa, lo abraza, levanta una pierna con su bota tal cual una quinceañera y le planta un morreo de agárrate y no te menees. Me cuentan que no se compran una más grande porque la suya funciona bien, no da problemas y lo resiste todo ¡hasta rios ha cruzado con ella!, no les gusta correr, viajan a ochenta por hora y son felices así. A estas horas igual la parejita está disfrutando de la vida bajo la tela de su tienda de campaña, no me extrañaría nada.

Le marco en el mapa lo mejor que puedo la ruta que tienen que seguir hacia la Estación Marítima al día siguiente, pero la abuela ya hizo gestiones en la recepción del camping, no habrá problema, irán en un bus así la moto quedará guardada en el camping. Les doy mi teléfono por si les surge alguna cosa que me necesiten y me marcho alucinando en colores para mi casa.

Si las motos hablan creo que la Arpía se sintió avergonzada cuando la pequeña Yamaha, con sus únicos 250 cc le contó sus andanzas por el continente. De vuelta a casa parecía enfadada por no sacarla tanto de paseo. Le di un par de golpes en el deposito y una caricia mientras pensaba "ya iremos, ya iremos" (no queda bien hablar con la moto, pueden pensar mal de ti quienes te vean, además... con la Arpía me entiendo telepáticamente).

3 comentarios:

  1. que gran experiencia, acabo de comprar una moto asi, roja y medio desgastada de 1991 , y se me ponen los pelos como escarpias.
    solo la he montado una vez, y ha sido amor a primera vista. ojala dure tanto como la de esstos dos abuelitos.
    gran redacción

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  2. La historia: maravillosa.
    La narración: super amena.
    Moraleja: a ver si somos capaces DE VERDAD de realizar esos planes que los jóvenes dicen que harán cuando se jubilen, pero que la gran mayoría abandona a las puertas de su retiro.
    Te felicito, dueño de Arpía, me has hecho pasar un rato maravilloso y muy entretenido, sin contar con la valiosa lección que viene intrínsecamente con el relato.
    Muchas gracias.
    cochele.

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  3. Yo también tengo otra Yamaha del 93,son motos fantásticas,duras y nobles.
    Muy bien contado tu experiencia con los moteros suizos

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